Desde el ámbito de la psicología, la obesidad infantil es considerada como una enfermedad crónica, en la que inciden dos factores: la alimentación inadecuada y el sedentarismo, que generan el descontrol en la ingesta de comida, la variación en el IMC y se vuelve causa-efecto de diversas patologías.
En esta línea, García (2018) explica que “el alimento
adquiere en la vida del niño un valor simbólico y emocional, superando la mera
función nutricional y biológica (…) se va asociando a lo largo de la vida con
recuerdos buenos o malos, a situaciones, personas, reforzamientos positivos o
negativos, etapas de la vida. De hecho, en ocasiones se ingiere alimento sin
tener la sensación de hambre, con una tendencia adictiva y como forma de
afrontar emociones y situaciones de conflicto, como mecanismo evasivo, entre
otros”.
Variables psicológicas
En el sobrepeso y la obesidad, el alimento es el símbolo de un
sinfín de sentimientos que pueden ir desde la felicidad, el placer o la
gratificación hasta la tristeza, el odio y el rechazo.
“Estudios realizados en niños entre 5 y 16 años demostraron
que la obesidad crónica se asocia con trastornos emocionales, como el trastorno
negativista desafiante en ambos sexos y el trastorno depresivo en varones; la
ansiedad se observa en 55% de los casos” (García, 2018).
Variables socioculturales
Pero ¿Qué pasa con la influencia de su entorno? Las conductas
alimentarias que no están controladas generalmente están reforzadas por los
patrones conductuales de las estructuras cercanas al niño: en este caso la
familia, que desde los comportamientos aprehendidos o los heredados puede
afectar su propio metabolismo.
En otras palabras, los hábitos
alimenticios de la familia, su estilo de vida y consumo (compra de alimentos), nivelación
de estrés, percepción del riesgo a enfermarse o vínculos afectivos en relación
con la comida, impactan notablemente
para bien o mal en la condición obesa del infante. Esto además se refuerza con
los hábitos relacionados a la activación física que influyen en las condiciones
de la obesidad.
Dentro de los tipos de intervención psicológica más recurridos
y estudiados por diversos profesionales para controlar el sobrepeso y la obesidad
infantil se encuentra la terapia cognitivo conductual que incide en el modo de
aprendizaje de las propias conductas alimentarias (propuesta por Epstein 1985 y
centrada en el automonitoreo, los refuerzos positivos y el control), así como el
aprendizaje escolar y social (propuesta por Bandura, que se relaciona a las
estructuras que rodean e influyen al infante).
Sin embargo, también se han hecho intervenciones con enfoque sistémico,
psicodinámico, ambientalista, entre otros, que difieren en la importancia que
le dan a una variable con respecto a otra.
De cualquier forma, el punto de
partida para estos programas donde el psicólogo interviene se basa en la idea
de que “la alimentación es el primer aprendizaje social del ser humano y los
comportamientos alimentarios forman la base de la cultura alimentaria, es
decir, el conjunto de representaciones, de creencias, de conocimientos y de
prácticas heredadas o aprendidas que están asociadas a la alimentación y que
son compartidas por los individuos de una cultura dada o de un grupo social
determinado dentro de una cultura” (García, 2018).
Campus Production (s.f.) Bebé comiendo, Recuperado de: https://www.pexels.com/es-es/foto/comida-persona-mujer-nina-7414397/
De acuerdo con Baile, González-Calderón, Palomo et al., (2020), en un estudio reciente sobre los tipos de intervención psicológica en pacientes con obesidad, la terapia cognitivo conductual fue la más exitosa ya que es flexible y puede aplicarse a cada caso específico. Sin embargo, sí siguen las siguientes etapas en el tratamiento:
- Evaluación/diagnóstico
- Análisis funcional
- Establecimiento de objetivos
- Aplicación de las técnicas de tratamiento
- Prevención de recaídas
- Seguimiento
De forma más certera, se han hecho propuestas de intervención
psicológica con base en los estudios de los siguientes autores:
A través de estas intervenciones acompañadas de un
profesional, se han tenido diferentes hallazgos en los que se estacan las
variables emocionales. Por ejemplo cuando el alimento equivale al amor porque
los padres así lo manifestaban, sobrealimentándolos o comprándoles productos
chatarra o bien cuando se usa como solucionador de conflictos y en el manejo de
las emociones, a través del reforzamiento e imitación.
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